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Crítica

BLACK BEAR (Lawrence Michael Levine, 2020)

Black Bear- Critica

Una cineasta en plena crisis creativa busca consuelo de su tumultuoso pasado en un retiro rural, solo para descubrir que el bosque convoca a sus demonios internos de manera intensa y sorprendente.

Póster

Crítica

Es raro que una película que entre en el juego del cine dentro del cine no sea interesante. Atravesar el espejo siempre es fascinante para el espectador y siempre abre la puerta a múltiples significados sobre la historia narrada.

Es el caso de Black Bear, la cinta escrita y dirigida por Lawrence Michael Levine y producida por su protagonista, Aubrey Plaza, demostrando olfato para detectar personajes que se ajustan a su talento representando tanto el cinismo como el desequilibro emocional.

El argumento de Black Bear se puede entender como una cinta de Möbius: cineasta va a una casa rural a inspirarse provocando la ruptura de la pareja anfitriona, dando lugar al argumento de su película donde ella misma interpretará a su rival en el triángulo amoroso. El oso negro del título se puede interpretar como la salvaje aparición de la idea creativa, a la que la protagonista declara su amor medio inconsciente, entre sueños, en una escena.

El juego metanarrativo planteado no llega funcionar del todo satisfactoriamente y, una vez superada la sorpresa, hay cierta desconexión de propósito entre el buen drama de la primera parte y la comedia ligera de la segunda, la que representa el rodaje.

Menos profunda y compleja de lo que probablemente concibió su autor, Black Bear deja, quizá inconscientemente, un irónico retrato sobre la semiprofesionalidad de algunos rodajes independientes y un buen trabajo de su protagonista.

Tráiler

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