Aplicar el adjetivo indie a una producción norteamericana implica riesgos de error. Si bien inicialmente se usó para producciones de cineastas independientes, ajenos, a las grandes compañías, pronto su modelo narrativo y de producción, más barato y centrado en las emociones íntimas, fue absorbido por éstas y replicado en sus empresas filiales. El éxito de estos filmes en festivales como Sundance, dedicado a ellos, fue determinante.
No obstante esta puntualización, no objeción, el fenómeno de cine indie continua dando frutos interesantes tanto en su faceta original como en el nicho de mercado creado por las grandes productoras. Esa manía del talento tiende por desbordar allí donde se encuentre.
Con ese talento y bajo la acepción indie se ha desarrollado la carrera de Rebecca Miller. Hija de la fotógrafa Inge Morath y del celebrado dramaturgo Arthur Miller su trabajo abarca piezas reconocidas en interpretación, música, literatura, guión y dirección de cine, casi siempre adaptando obra propia como en la recomendable La vida privada de Pippa Lee (2009). Con un árbol genealógico tan distinguido es difícil trabajar al margen de la industria por lo que Miller, sin ser prolífica ni dirigirse a las masas, ha conseguido que su obra llegue al gran público también gracias a su calidad e intensidad. Una nota indiscutible que remarca su independencia es no haber trabajado hasta el momento con su marido Daniel Day Lewis.
Sin embargo este nuevo proyecto de Miller como cineasta nace de una obra ajena, la novela homónima de Karen Rinaldi, que la atrajo por su estructura de historia dentro de una historia y el tono de comedia ambientado en Nueva York. La sencillez de la producción y el compromiso de la actriz Greta Gerwig, una de la últimas musas del cine independiente, pusieron en marcha el proyecto de Maggie’s Plan.
Cartel y fotos de ‘Maggie’s Plan’ con Greta Gerwig, Ethan Hawke y Julianne Moore