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Crítica

Crítica MAGGIE’S PLAN

Crítica de 'Maggie's Plan' (Rebecca Miller, 2015)

Aplicar el adjetivo indie a una producción norteamericana implica riesgos de error. Si bien inicialmente se usó para producciones de cineastas independientes, ajenos, a las grandes compañías, pronto su modelo narrativo y de producción, más barato y centrado en las emociones íntimas, fue absorbido por éstas y replicado en sus empresas filiales. El éxito de estos filmes en festivales como Sundance, dedicado a ellos, fue determinante.

No obstante esta puntualización, no objeción, el fenómeno de cine indie continua dando frutos interesantes tanto en su faceta original como en el nicho de mercado creado por las grandes productoras. Esa manía del talento tiende por desbordar allí donde se encuentre.

Con ese talento y bajo la acepción indie se ha desarrollado la carrera de Rebecca Miller. Hija de la fotógrafa Inge Morath y del celebrado dramaturgo Arthur Miller su trabajo abarca piezas reconocidas en interpretación, música, literatura, guión y dirección de cine, casi siempre adaptando obra propia como en la recomendable La vida privada de Pippa Lee (2009). Con un árbol genealógico tan distinguido es difícil trabajar al margen de la industria por lo que Miller, sin ser prolífica ni dirigirse a las masas, ha conseguido que su obra llegue al gran público también gracias a su calidad e intensidad. Una nota indiscutible que remarca su independencia es no haber trabajado hasta el momento con su marido Daniel Day Lewis.

Sin embargo este nuevo proyecto de Miller como cineasta nace de una obra ajena, la novela homónima de Karen Rinaldi, que la atrajo por su estructura de historia dentro de una historia y el tono de comedia ambientado en Nueva York. La sencillez de la producción y el compromiso de la actriz Greta Gerwig, una de la últimas musas del cine independiente, pusieron en marcha el proyecto de Maggie’s Plan.

Crítica

Más allá de su discutible carácter indie contando con la presencia en el reparto de Ethan Hawke y Julianne Moore, Maggie’s Plan puede adscribirse a ése género o al de comedia neoyorquina que atribuimos al cine de Woody Allen por su tema y tono.

Maggie’s Plan ilustra con gracia y muy buen pulso el conflicto de varias personas al alcanzar la madurez y deseo familiar cuando hasta el momento sólo han deseado ser felices e independientes. Miller cocina perfectamente todas las secuencias para que prácticamente su cámara sólo tenga que estar en ellas flotando sobre la acción, sin intervenir en ningún momento, y todo el peso quede en la descripción de los personajes, sus actitudes y sus brillantes y naturales diálogos.

Miller no es sospechosa de fortuna en esta película porque su estilo cinematográfico siempre ha sido sutil y sin subrayados, pero esta vez acierta aún más en su afán por desaparecer consciente de filmar al diamante Gerwig. Esta actriz, a la que conocimos en Frances Ha (Noah Baumbach, 2012) y también guionista y cineasta, posee un talento sobrenatural para la interpretación capaz de normalizar el comportamiento ético más reprobable. Miller parece consciente de ello porque los adjetivos que otros dedican al personaje en la película se podría aplicar al sentimiento que genera la actriz en pantalla, una mezcla irresistible de encanto e ingenuidad inteligente que centrifuga todas las miradas. Si a eso añadimos su peculiar forma de vestir, podríamos calificarla como la Diane Keaton del siglo XXI.

Que el trabajo de Gerwig sobresalga teniendo al lado a dos excelentes actores como Hawke y Moore, no hace sino incidir en que directora y actriz han sabido ver en este guión un vehículo perfecto para representar ese modelo de eterno adolescente urbanita apremiado por la edad para tomar decisiones vitales. Ese niño lector ya crecido todavía en el carricoche empujado por su padre no es sino otro guiño sobre el tipo de personas que retrata. Gerwig es experta en ese rol, que también hizo magistralmente en la divertida Mistress America (2015) con su cómplice Baumbach, y nuevamente aquí transmite a la perfección esos últimos momentos de juventud antes que nuestras decisiones nos hagan languidecer.

Maggie’s Plan no es una película novedosa, rompedora ni original. Pero es una divertida delicia que nos recuerda al Woody Allen original, ése al que echamos de menos en lugar del albacea de su propio prestigio en el que se ha convertido. Y que nos advierte sobre que la satisfacción de vivir no está en la grandilocuencia de las grandes metas y reconocimientos sino en el compromiso ético con los demás y uno mismo.

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