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Crítica

Crítica LA NIEBLA Y LA DONCELLA (Andrés Koppel, 2017)

Lorenzo Silva es uno de los escritores más leídos en España. Además de su calidad literaria, su éxito está en haber sabido adaptar ciertos géneros literarios a nuestra realidad, añadiendo al interés de sus tramas el reconocimiento del entorno geográfico y social por el lector medio.

Dos de sus personajes más conocidos son los guardias civiles Chamorro y Bevilacqua, pareja de hecho profesional que en una serie de novelas y relatos van resolviendo casos mientras su autor los utiliza como catalizadores de la sociedad que busca retratar.

La obra de Silva es llevada al cine con asiduidad. Que la tercera novela de sus famosos guardias civiles suceda en la isla de La Gomera la situaba favorablemente, dadas las enormes ventajas fiscales para la producción cinematográfica en la Comunidad Canaria. Que lo haya hecho el productor Gerardo Herrero es sólo una consecuencia lógica dentro de su incesante labor rastreando material literario para llevarlo a la pantalla.

Cartel y fotos

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En esta ocasión Herrero deriva las labores de dirección a favor del guionista Andrés Koppel, que debuta así en el largometraje. Sin embargo, la película bien podría haber pasado por obra del primero, ya que contiene los habituales defectos y virtudes de su ya dilatada filmografía.

A pesar de haber contado con 8 semanas de rodaje, el acabado de La niebla y la doncella no deja de tener algo de inmaduro. Partiendo de un material potente, como casi todas las tramas de Silva, el guión peca de cierta literalidad que lastra las imágenes, como las continuas menciones a los cargos y nombres de los personajes en los diálogos, necesarios en literatura pero redundantes en cine, pues el espectador ya ve quiénes son los interlocutores.

El traspaso a secuencias cinematográficas de las escenas literarias tampoco es del todo afortunado por parte de Koppel. Y éste es un pecado que se repite en casi toda la producción de Herrero, como si fuese un patrón de su modo de producir, donde repite invariablemente dos tipos de secuencias que se alternan: la de personajes estáticos hablando y la de transición de esos personajes yendo hacia el siguiente diálogo. De la misma duración, con la misma intensidad, sin elipsis. Koppel no logra superar esta carestía cinematográfica y dejar que sean las imágenes las que narren y los personajes quiénes se definan por sus acciones y no por sus palabras. Y cuando lo hace, evidentemente, la película crece.

‘La niebla y la doncella’ resulta una película interesante por su trama y de factura potable, aunque deje cierta sensación de ocasión perdida

Tampoco el elenco protagonista está del todo afortunado en un casting arriesgado. Si bien Roberto Álamo no tiene dificultad alguna para su papel, Verónica Echegui y Aura Garrido no logran lidiar del todo con los suyos, lastradas además por unos diálogos que, a fuerza de querer ser espontáneos, resultan artificiosos y confusos. Hasta Quim Gutiérrez, capaz de dar vida a un boquerón seco, se las desea con un Bevilacqua indefinido, con el que resulta difícil identificarse.

La niebla y la doncella, a pesar de todo, resulta una película interesante por su trama y de factura potable en general, lo que no impide que tras su visionado quede cierta sensación de ocasión perdida.

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