La figura de George Clooney va camino de hacerse inabarcable. Desde sus comienzos como galán ha sabido manejar su imagen pública con extraordinaria maestría, también más allá del cine, llegando a sonar incluso como candidato político en su país.
Pero ciñámonos a su labor como cineasta. Su primer título como director, Confesiones de una mente peligrosa (2002), ya dejó ver un interés por la plasticidad formal de la narración. Pero fue sobre todo a raíz de participar también en los guiones, como en la celebrada Buenas noches y buena suerte (2005), donde esté interés por la forma ha sido acompañado de una buena dosis de compromiso social en el contenido.
Puede que Suburbicon sea su obra más lograda. Con guión nada menos que de los hermanos Coen, Clooney traza el retrato de una Norteamérica idealizada que esconde bajo el césped del jardín unos cuantos cadáveres. Las míticas Terciopelo azul (David Lynch, 1986) o Eduardo Manostijeras (Tim Burton, 1990) son referencias hermanadas con esta fábula extraña y apasionante de este actor que también se preocupa por observar.
Suburbicon, poster y fotos con Matt Damon y Julianne Moore