Película
Crítica de ‘Steve Jobs’ (Danny Boyle, 2015)
Hábil pero vacío espectáculo de guión que resulta un involuntario homenaje al genio del marketing usando sus mismas armas.

Visionario, farsante, genio, embaucador… estos y muchos más son los adjetivos que recaen sobre Steve Jobs, el célebre dirigente de Apple, un icono para toda una generación. La gran duda que se cierne sobre su figura es si su genialidad, que alguna debía tener para que se haya escrito y filmado tanto sobre él, era realmente tecnológica o sencillamente se trataba de un superdotado para el marketing. Que no es poco.
Tras la deficiente Jobs (Joshua Michael Stern, 2013) donde se glosaba su biografía de un modo cronológico a través de un mimético Ashton Kutcher, llega la esperada Steve Jobs (Danny Boyle, 2015), una producción con más ambición. Sobre todo, porque quiénes están detrás de ella son el excelente guionista Aaron Sorkin y el mencionado director Boyle.
Se trataba de repetir el enorme éxito que su productor Scott Rudin obtuvo con La red social (David Fincher, 2010), radiografía de la gestación de Facebook por Mark Zuckerberg haciendo hincapié en sus motivaciones y problemas morales. Zuckerberg, Jobs y otra decena de nombres como ellos son, en este comienzo del siglo XXI, héroes de una generación revelada en lo digital, terreno donde cualquier peculiaridad individual alcanza enorme popularidad si es bien comunicada. Viralizada, perdón.
Cartel de ‘Steve Jobs’
Crítica de ‘Steve Jobs’
Lamentablemente, Boyle no es Fincher. El habitual afinado guión de Sorkin, un experto en sacar petróleo de los diálogos y crear acción allí donde sólo hay personajes hablando, se le trabuca al director cuya puesta en escena, quizá por exigencias de producción, se desarrolla en apenas en tres interiores, con los mismos personajes y en tres tiempos diferentes.
Estos escenarios representan siempre los minutos previos a tres presentaciones de producto de Jobs (Michael Fassbender), esas que le hicieron extraordinariamente famoso y con las que consiguió hacerse millonario, incluso cuando lo que presentaba era una falacia.
Sorkin estira y retuerce esas situaciones hasta sacar el máximo partido de ellas, dibujando los conflictos del personaje en tres ámbitos según se enfrenta a sus antagonistas: en lo personal, contra su pareja Chrisann Brennan (Katherine Waterston); en el técnico y moral, contra su amigo y socio Steve Wozniak (Seth Rogen); y en el ámbito empresarial contra el director ejecutivo de Apple, John Sculley (Jeff Daniels).
Fotos de ‘Steve Jobs’
Todas esas situaciones son hábilmente utilizadas como cuenta atrás mediante las conversaciones con la directora de marketing, Joanna Hoffman (Kate Winslet) en los preparativos de los eventos. Una precisa maquinaria que Sorkin maneja y construye como nadie, con envidiable eficacia y resultados.
Pero Boyle, a pesar de su talento y haber afrontado proyectos similares, se atasca con los recursos cinematográficos para no caer en la repetición y lograr variedad y dinamismo narrativo, carencias que tienen que ser resueltas mediante vertiginosos montajes paralelos, los mejores momentos de la cinta, o recursos de dudosa elegancia y coherencia narrativa, como la sustitución de una pared con proyecciones vía efectos visuales.
Steve Jobs, de este modo, tiene quizá la involuntaria gracia de homenajear a su biografiado resultando una pirotecnia vacía como las que él mismo montaba para presentar sus productos. Un refinado espectáculo diseñado para emocionar a un público ávido de tecnología, tecnología en la que cree expandir su experiencia e individualidad, pero tras cuya apariencia brillante y diseño elegante no hay absolutamente nada. Como mucho, un metafórico espejo.
Tráiler de ‘Steve Jobs’
https://youtu.be/nnhqmZzgVYk
