Crítica de ‘Villa Touma’ (Suha Arraf, 2014)
Sutileza, belleza y precisión para narrar un cambio generacional que trae una nueva visión del mundo.

Suha Arraf es una cineasta de origen israelí de carrera breve y desconocida en España. Como no puede ser de otro modo dado su origen, su cine hasta el momento parece girar acerca de los conflictos sociales y personales que surgen de la fricción de culturas y religiones que se dan en su país.
Gracias a varias selecciones en festivales internacionales, incluido el Festival de Cine de Valladolid, Villa Touma se estrena en España, una buena noticia dada la escasa variedad de cine de otras nacionalidades que tenemos en nuestras salas.
Villa Touma narra la historia de tres hermanas solteras de la antigua aristocracia cristiana de Ramallah, interpretadas por Nisreen Faour, Ula Tabari y Cherien Dabis, que se han encerrado en su villa aferrándose desesperadamente a su antigua gloria familiar. Sin embargo, la llegada de su sobrina huérfana Badia (Maria Zreik) entra en sus vidas provocando un giro a su particular mundo.
Cartel de ‘Villa Touma’
Crítica de ‘Villa Touma’
Hay varios aspectos estimulantes para un espectador español en el visionado de Villa Touma.
Primero, la sutil elipsis sobre la situación política de la zona que, sin embargo, es parte fundamental de su trama sin que se la mencione de manera explícita, todo un acierto para el retrato de la burbuja social y temporal en la que viven las tres hermanas protagonistas.
En segundo lugar, su profunda conexión con varios dramas lorquianos. Tanto es así que resulta casi imposible que su directora no se haya inspirado de algún modo en la obra de Lorca o sea una buena conocedora de la misma, por que los ecos son múltiples y muy nítidos, en concreto a las obras La casa de Bernarda Alba y Doña Rosita, la soltera. En algunas secuencias del inicio parecería que estamos asistiendo a una representación en lengua árabe de alguna de ellas.
En tercer lugar, está el absoluto contraste que existe entre el modo de afrontar una producción de escaso coste por parte de Arraf y su equipo si las comparamos con producciones similares españolas. Si en nuestro cine la necesidad que origina la falta de financiación suele resolverse por nuestros cineastas con grandes dosis de descuido y deslavazamiento, haciéndolos pasar por espontaneidad, Arraf y sus productores han tenido la enorme inteligencia de ir justo al lugar contrario: un control férreo de lo narrado para explotar cada uno de sus más mínimos recursos. Si en el cine español de bajo presupuesto el espectador tiene que ser piadoso ante las licencias de sus creadores, en Villa Touma su condición de película modesta se olvida al primer minuto, porque su lograda intensidad y belleza no pide permiso al espectador, sino que lo maravilla.