
¡Mandanga!
Más grande, con más gente, con mejores películas… así se ha presentado esta nueva edición de la Muestra SyFy 2016, una excelente idea de marketing por parte de Universal Pictures Spain para promover su canal temático de televisión entre su público objetivo. Se trata de trasladar el ambiente freak que se vive en Festivales como el de Sitges a la capital madrileña, una iniciativa que cada vez tiene más respaldo y repercusión.
Y no sólo respaldo por parte del público, que este año ha abarrotado de nuevo el lugar elegido para la muestra, las enormes salas del Cine de la Prensa en la Gran Vía madrileña, sino que incluso importantes jefazos de Universal Pictures y NBC, el grupo de empresas multinacional al que pertenece, han venido a constatar en directo el avance popular de la Muestra.
Y allí estábamos todos, un año más, dispuestos a dejarnos seducir por Leticia Dolera, imprescindible maestra de ceremonias de la muestra, que pone al servicio de los espectadores su esencia friky para animarlos e informar puntualmente de lo que vamos a ver en cada sesión. Al grito de «¡mandanga!», que es lo que el público viene a dar y recibir en muestras como ésta, se habilitó la sala 1 para los espectadores que interactuan durante el visionado, y la 2 y 3 para espectadores tradicionales, que permanecen en silencio.
Crítica de ‘La invitación’ de Karyn Kusama
La primera película a la que me enfrento en esta Muestra SyFy 2016 es nada menos que La invitación (The Invitation, 2015) de la denostada directora Karyn Kusama por pergeñar un par de fiascos como AEon Flux (2005) y Jennifer´s Body (2009). Parece que la directora ha salido escaldada de sus experiencias con las grandes compañías y ha reiniciado carrera con un película extremadamente pequeña que le permita mucha más libertad para dirigir y mostrar sus mejores recursos… ¡y vaya si lo hace!
La invitación es una intensa y perfectamente construida película de terror psicológico que maneja apenas un par de elementos para meter al espectador en una vorágine de sentimientos encontrados sobre lo que está viendo y cómo juzgarlo. Con una habilidad extraordinaria, prácticamente sin enseñar nada y con una encomiable concisión narrativa, Kusama cuela al espectador en esa cena privada donde un grupo de amigos vive una extraña reconciliación que redima antiguos problemas entre ellos.
Sobresaliente este reencuentro con Kusama que mereció sin duda el premio a la Mejor Película que se le otorgó en el Festival de Sitges de 2015. No se puede hacer más con menos, ni con más intención y pericia narrativa que apenas tiene defectos que pulir en las escenas iniciales. Una joya del género.
