El mundo sigue (Fernando Fernán-Gómez, 1965)
La reivindicación de otra obra maestra de Fernando Fernán-Gómez 50 años después de su estreno.

El día 10 de julio de 1965 se estrenaba en sesión continua en un cine de Bilbao El mundo sigue, la octava película como realizador de Fernando Fernán-Gómez. Como muchas otras películas de la época tuvo problemas con la censura y nunca tuvo un estreno comercial más que ése. Incluso en televisión tardó décadas en emitirse, lo que no hizo otra cosa que confirmar la fama de gafe que durante toda su vida tuvo el autor de la novela original, el ya olvidado Juan Antonio de Zunzunegui, al que todos llamaban Zetazeta incluso evitando mencionar su nombre. Este malogrado destino de cara al público calificó la película como maldita dentro de la filmografía del cineasta, a pesar de la buena opinión que de ella tenía quién la veía.
La idea de su realización nace del propio retrato social que anida en la novela original y cuyo material consideró perfecto Fernán-Gómez para continuar lo que muchos años después se ha considerado una especie de trilogía involuntaria del realizador junto a la La vida por delante (1958) y La vida alrededor (1959). Su misión no parece otra que reiterar el discurso que el director tuvo en muchas de sus obras, incluida la celebrada El viaje a ninguna parte (1986), la miseria moral que se ha vivido en España durante muchos años durante el franquismo.
Con un estilo y tono muy influenciados por el neorrealismo italiano, El mundo sigue no sólo contiene un retrato como pocas veces se ha visto de las calles y la vida en la ciudad de Madrid, sino además un retablo de personajes de distintas clases sociales que configuran una trama de tintes trágicos donde queda reflejado la moralidad atrozmente miserable de una época que, vista ahora, parece increíble que haya sucedido en España hace sólo medio siglo.
El aborto, la prostitución, el miramiento por las buenas costumbres y las apariencias, la envidia, el odio, la mediocridad rampante y satisfecha y, sobre todo, la terrible situación de la mujer en una sociedad atrofiada, quedan plasmadas en esta narración como sólo puede hacer un maestro, sin subrayar ni un sólo detalle, ni remarcar su posición autoral. El mundo sigue es, sin duda, una de las mejores películas del cine español cuya reivindicación, aunque tardía, es hora de que logre un ajuste.