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Premio

Día 2: Las brujas arrasan con todo

San Sebastián se ha paralizado, y es que ha desembarcado -además de Mario Casas y Hugo Silva- Las brujas de Zugarramurdi, la última película de Álex de la Iglesia que ha generado una expectación tal que ha colapsado incluso el cine donde se hacía el pase de prensa provocando situaciones de caos e indignación.

Festival de CIne de San Sebastian - Zinemaldia - 2013

San Sebastián se ha paralizado, y es que ha desembarcado -además de Mario Casas y Hugo SilvaLas brujas de Zugarramurdi, la última película de Álex de la Iglesia que ha generado una expectación tal que ha colapsado incluso el cine donde se hacía el pase de prensa provocando situaciones de caos e indignación.

Debido a que yo también me he quedado fuera, mañana escribiré mi crónica sobre esta esperadísima película-evento.

Sección oficial: Pelo malo

Pelo malo es una producción venezolana surgida de las ayudas a proyectos «Cine en construcción» auspiciada por el propio festival donostiarra.

La película se centra en Junior, un niño con unas inquietudes que despiertan el recelo de su madre. Quiere alisarse el pelo y ser cantante, y su madre percibe en este hecho una tendencia hacia la homosexualidad que quiere evitar a toda costa.

La historia transcurre en un bloque de viviendas inmenso de la periferia de Caracas, donde se dan cita los ecos del Pedro Almodóvar de ¡Qué he hecho yo para merecer esto! y el neorrealismo italiano. La cita del director manchego no es casual pues se dan varias coincidencias, como la venta de su hijo a una vecina o la constante histeria de la madre al no poder controlar una situación que le supera.

Mariana Rondón crea una película honesta y sencilla, pero que se sustenta demasiado en el conflicto de identidad sexual de Junior hasta banalizarlo y estirarlo como un chicle.

Sección Perlas: Like Father, Like Son

Hirokazu Kore-eda es un cineasta que pone el listón cada vez más alto con su siguiente película y como Juan José Campanella, también sufrió la miopía de un jurado que no premió en su momento esa joyita titulada Still Walking.

Este año presenta en la sección Perlas -que acoge películas destacadas de otros festivales- su último trabajo que se alzó con el premio del jurado en el pasado Cannes: Like Father, Like Son. En esta cinta, unos padres descubren que su hijo de 6 años en realidad no es suyo, sino que se produjo un error en el hospital a la hora de asignarlo y ahora se encuentran en la disyuntiva de tener que decantarse por el que han criado y el de su propia sangre.

No es descabellado afirmar que Kore-eda sea el cineasta actual que mejor filma a la institución familiar como núcleo generador de conflictos y tensiones. Pero lo hace con su habitual sutileza y cadencia que le caracteriza, sin aspavientos ni alaridos. Una forma de narrar que lo entronca con el maestro Yasujiro Ozu en algunos tramos y que muestra de manera magistral las emociones que surgen de un modo natural, sin forzados.

Las frustraciones y traumas, el misterio de la vida y la complejidad de las relaciones humanas son el barro con el que Hirokazu Kore-eda modela sus historias. La emoción en su película siempre es estética. Hay una tensión formal, por ejemplo en la gestión del encuadre, cuando une en un mismo plano las manos del padre y el hijo tocando el piano. La forma como receptora de un contenido y viceversa.

Made in Spain: La plaga

Esta sección recoge las películas españolas más interesantes del año, sin embargo, se echan en falta algunos trabajos tan estimulantes como Història de la meva mort de Albert Serra; Arraianos de Eloy Enciso o Invisible de Víctor Iriarte. Afortunadamente, nos encontramos con trabajos como La plaga surgida de esa cantera de talento inagotable que es el Máster de documental de creación de la Pompeu Fabra.

Neus Ballús y su equipo, filman un espacio a través de sus habitantes. El espacio es Gallecs un limbo urbano en la periferia de Barcelona. Los personajes que pueblan este espacio son también personajes limítrofes en cierto modo. Apenas hay signos concretos del espacio en el que nos encontramos, simplemente unos personajes que se mueven y coinciden en sus trayectos.

Uno de los estilemas del cine contemporáneo es la transitoriedad y la errancia, “en ningún lugar, en cualquier lugar”. El arraigo escasea frente a la transitoriedad. Pero no, La plaga no es un relato existencialista, todo lo contrario, es una película humanista, más cercana a Aki Kaurismäki que a Michelangelo Antonioni, con los pies en el suelo, con unos personajes que se relacionan y se apoyan unos con otros como una gavilla de juncos.

La película bascula entre la escritura y la improvisación, entre lo aleatorio y lo calculado, el documental y la ficción. Dando como resultado una obra sencilla pero de la que emergen infinidad de capas y trayectos.

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