Premio
Día 3: Ración de buen cine
A pesar de participar fuera de concurso, la última película de Álex de la Iglesia, se ha convertido en el evento del festival. Todo ha quedado minimizado ante el huracán Zugarramurdi, que ha convulsionado a la ciudad donostiarra, ha colapsado cines agotando las entradas

Sección oficial: Le Wee-Kend
Un matrimonio maduro pasa un fin de semana en París intentando revivir treinta años después las mieles de los primeros compases del amor, donde el paso del tiempo todavía no había cuarteado la salud de una relación ahora cansada y en crisis.
Pero no, no estamos ante un drama a lo Michael Haneke presto a la autodestrucción y la sordidez. El director Roger Michell (Nothing Hill) nos ofrece una comedia ácida con ecos del Jean-Luc Godard másvitalista –homenaje a Bande à part incluido- que invita al disfrute y a mirarnos sin pudor en el espejo de la procelosa vida en pareja.
La ironía y el humor negro emergen a borbotones apoyados en unos diálogos ágiles y precisos que van describiendo a este matrimonio británico, ambos profesores entrados ya en canas y con la visita de los primeros achaques. La brillantez de la propuesta nos invita a imaginar que perfectamente podría ser la cuarta entrega de la trilogía de Richard Linklater dedicada a los avatares de la pareja formada por Ethan Hawke y July Delpy.
A ello contribuye especialmente el buen hacer de los dos actores que componen esta pareja –Jim Broadbent y Lindsay Duncan- que ya suenan como serios candidatos a premio en el Zinemaldia.
Sección oficial: Las brujas de Zugarramurdi
A pesar de participar fuera de concurso, la última película de Álex de la Iglesia, se ha convertido en el evento del festival. Todo ha quedado minimizado ante el huracán Zugarramurdi, que ha convulsionado a la ciudad donostiarra, ha colapsado cines agotando las entradas, ha copado las portadas de los diarios, incluso el cartel publicitario de la película es el de mayor tamaño y colocado frente al Hotel María Cristina como una estampa intimidatoria. Ha generado una expectación en definitiva, que ha catalizado un festival que este año a falta de estrellas foráneas se ha visto compensado con el tirón febril adolescente de Mario Casas y Hugo Silva, y con el premio Donostia otorgado a Carmen Maura, que se convierte en la primera actriz española en recibirlo.
En la película resuenan muchos ecos de Balada triste de trompeta, empezando por unos títulos de crédito que son una obra por sí misma -atentos a la aparición estelar de Angela Merkel– y seguido de un inicio trepidante que supone un arma de doble filo, porque a partir de ahí la película no puede ascender más, se desinfla y se va mostrando irregular.
Sí, estamos ante una película imperfecta, con altibajos, pero no importa, da mucho más de lo que se le pide. Son taras que se pasan por alto ante la valentía de un director que se la juega en cada plano tirándose de cabeza al vacío.
Al igual que en El día de la bestia la película es un cóctel de géneros asociados a la serie B y engarzados con el costumbrismo español (sainete, esperpento, leyendas populares, etc.). El tema en esta ocasión es la guerra de sexos, sobre la que el edificio de la masculinidad no hace más que agrietarse y deslavazarse. Para ello Álex De La Iglesia recurre a dos arquetipos como Mario Casas y Hugo Silva, que no pueden hacer otra cosa que encajar los golpes y asumir los miedos y debilidades de una masculinidad en crisis.
La película es muy socarrona y a veces sutil, pero también excesiva y el director se desbarra en unas secuencias finales que no sabe cómo gestionar, desbordando y empantanando el tramo final del film, como ocurrió con la mencionada Balada triste de trompeta. A De La Iglesia le cuesta gestionar los finales, es demasiado ambicioso y termina haciendo un remiendo para cerrar todas las tramas que se le disparan. Sin embargo, eso se contrarresta con auténticas epifanías como ese akelarre con el Baga Higa de Mikel Laboa puntuando esta secuencia, una orgía wagneriana (por su desmesura operística) que pone la piel de gallina.
Zinemira: Asier eta biok
Asier eta biok es uno de los descubrimientos del festival. Si el año pasado esta sección dedicada a explorar el panorama del cine vasco supuso el inicio fructuoso de La casa Emak Bakia de Óskar Alegría, esta edición ya tiene su diamante en bruto.
Esta película está dirigida por el actor Aitor Merino, uno de los colgados del puente de Historias del Kronen. Es un documental que indaga sobre su amistad con Asier Aranguren, miembro de ETA, y que plantea una serie de preguntas acerca del conflicto vasco.
Se trata de un documental en primera persona, que deja ver todas las costuras de su creación. La subjetividad, las limitaciones y las dudas del director se muestran sin ambages, así como, el proceso de construcción de la propia película, una escritura visible.
Nada más que el plantear hacer una película de igual a igual con un miembro de ETA es una opción valiente y arriesgada. No por el hecho de convivir con un asesino, sino por el hecho de suprimir la distancia entre ambas personas, pues están al mismo nivel Asier y Aitor, independientemente de la condición de cada uno. No hay rastro de autoridad ni paternalismo.
Lo que podría haber sido un ejercicio repetitivo que ahondara en tópicos y lugares comunes, resulta una propuesta fresca y humilde, situada a ras de suelo y sin ningún plan preconcebido. Construida con la curiosidad y la emoción de la inocencia.
